En la Cuaresma se trata de encontrar la luz, de dejar que esa luz nos ilumine y nos marque el camino a seguir.
Jesús dice que no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores a que se conviertan. Si estamos en la Iglesia, si seguimos a Jesús, no es porque seamos buenos sino porque somos pecadores. Somos pecadores que hemos experimentado el perdón y el amor de Dios. ¿Cómo no lo vamos a compartir? Eso precisamente es vivir la Cuaresma. «En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?» Jesús les replicó: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.»» (Lucas 5, 27-32).
PROPÓSITO DEL DÍA:
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