¿Estamos nosotros dispuestos y deseosos de correr el riesgo de ser cristianos, de ser signos de contradicción junto con Cristo? Si corremos ese riesgo, sin duda nos ha de producir dolor y sacrificio. Seremos rechazados y ridiculizados. ¿Podemos aceptar esto con ecuanimidad? De hecho esta responsabilidad la asumimos en el momento de nuestro bautismo.
Si se nos rechaza a causa de nuestra fe y sus implicaciones, que Dios nos dé la actitud interior y la fortaleza para no tener miedo, sino más bien para ser testigos del Señor y para obrar siempre lo que es justo y bueno.
«En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: «Éste es de verdad el profeta.»
Otros decían: «Éste es el Mesías.»
Pero otros decían: «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?»
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo habéis traído?»
Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre.»
Los fariseos les replicaron: «¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos.»
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?»
Ellos le replicaron: «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas.»
Y se volvieron cada uno a su casa.»(Juan 7, 40-53)
PROPÓSITO DEL DÍA:
¿Qué es más fuerte en tí, el mensaje de Dios o el del mundo?…ELIGE
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