
Queridos Hermanos,
“… así es la misericordia de Dios: una gran luz de amor, de ternura. Dios perdona pero no con un decreto, sino con una caricia, acariciando nuestras heridas del pecado”. Con estas claras y sencillas palabras el Papa Francisco nos indicaba en 2014 cómo es la misericordia de Dios. ¿Y realmente practicamos la misericordia? Todos debíamos plantearnos algunas simples cuestiones tales como:
¿ somos benevolentes ante el sufrimiento ajeno?
¿ agradecemos las ayudas y muestras de cariño que recibimos a diario?
¿ nos indignamos ante la injusticia?
¿ me alegro del bien que me rodea?
¿ trasladamos esta misericordia recibida al resto de las personas?
Yo mismo contesto a esas cuestiones y os aseguro tener muchos fallos. Vivimos en un entorno complicado donde pretenden algunos que los valores tradicionales se convierten en algo obsoleto y donde continuamente nos bombardean con sinrazones para que la constancia de las mismas parezca pura normalidad. No nos equivoquemos y centrémonos bien en el camino recto de la honestidad conservando aquello que desde pequeños nos han firmemente enseñado. Esto no quiere decir que, como personas de este mundo, seamos ajenos a otras realidades y que como buenos cristianos no hagamos esfuerzos en entenderlas y, si procede, aceptarlas. Pero hay valores generalmente aceptados que el paso del tiempo no hace más que reafirmarlos y que nos conducirán a esos hábitos que nos llevan a hacer el bien, las virtudes. Y os aseguro que hay virtudes que no pasan de moda: la humildad, la caridad, la generosidad, la diligencia…….
Desde esta vuestra Hermandad intentamos, día a día, que estas virtudes formen parte de nuestras vidas propias y de la vida de Hermandad. Y regresando a las cuestiones del principio queremos que todas las respuestas sean un SÍ rotundo. Vuelvo la vista a diario a todos los voluntarios que colaboran en el Comedor Social, a los restaurantes, al resto de colaboradores, a los miembros de la Junta de Gobierno que están al frente del mismo y veo la benevolencia ante el sufrimiento ajeno, veo el cariño con que se trata al necesitado, veo la alegría ante el bien que se hace y veo el agradecimiento que se da y se recibe. ¡Qué más se puede pedir!
Os deseo de corazón paséis un magnífico verano lleno de virtudes.
¡Viva el Stmo. Cristo de los Remedios!
Juan Olivares Martín
Presidente