Preámbulo fundacional de la Hermandad
San Sebastian de los Reyes
9 de octubre de 1814
En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y que el Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios, y que sólo hay un Dios, ese Dios creó el Cielo y la Tierra y cuanto en ellos se contiene, y que el Hijo es Dios que es la segunda persona de la Santísima Trinidad, fue engendrado del Padre por ser su fecundísimo entender y saber, y del Padre y el Hijo procedió el Espíritu Santo, por amor, así mismo que el Verbo Divino, que es el Hijo de Dios Padre, encarnó en las purísimas Entrañas de María Santísima por obra y gracia del Espíritu Santo, de quien nació, quedando Virgen, y que padeció, y murió en el Madero Santo de la Cruz.
Este Verbo encarnado en cuanto Hombre, que su Muerte y Pasión fue para redimir al Género Humano, quien estuvo como esclavo y cautivo, por el pecado de nuestro primeros Padres en quienes todos pecamos, excepto la Virgen María, que como Madre escogida de Dios, fue exenta de culpa Original, y que resucitó al tercer día y que todos hemos de resucitar en nuestros propios cuerpos y almas, y hemos de recibir el galardón y premio según las buenas o malas obras, que en esta vida mortal y valle de lágrimas cada uno hubiera hecho, y que subió a los cielos y está en cuanto Dios en igual Gloria con el Padre, y con el Espíritu Santo, y en cuanto Hombre en mejor lugar que otro alguno y que ha de venir en el fin del mundo a juzgar como Supremo Juez, en quien reside todo el poder, a los vivos y a los muertos, y que los Santos Sacramentos, fueron instituidos por Nuestro Señor Jesucristo para el remedio de los Hombres, y emanaron de su Majestad Sacrosanta, como en una fuente perenne para sanar nuestras dolencias.